domingo, 13 de junio de 2010
EL DÍA QUE ADOPTÉ A VIOLETA
Violeta es maestra universitaria, se dedica a dar clases y a hacer investigación en comunicación política, ella se considera una estratega de comunicación, aunque vive modestamente, es una persona de éxito, tiene todo lo que desea, es feliz con su trabajo y el resto de su vida.
Ella es bastante ermitaña, tiene muchos amigos, no sale mucho, pero el día que se va de parranda es de carrera larga, no fuma, no le gusta el alcohol, pero después de las fiestas llega directo a bañarse para no apestar la cama y a pesar de ello no se salva de la cruda.
Desde que la conozco nunca la he visto aburrirse, siempre tiene cosas que limpiar, comida que hacer, libros que leer, gente con quien chatear, familia y amigos con quienes hablar por teléfono, tareas que calificar, hace aretes para regalar, se pone a bordar, por supuesto me atiende, me baña y tiene años que está tejiendo un vestido rojo y van varias veces que lo desbarata y vuelve a comenzar.
Durante las vacaciones se va de paseo a visitar a la familia, por eso todos los días, me saca a pasear como si fuera perro, me amarra una correa de hurón, quiere que me acostumbre a que la gente me acaricie y a estar solo cuando sea necesario.
La primera vez que la acompañé a ver a su familia, me escondió en su bolsa, era tan pequeño que nadie se dio cuenta, cuando llegamos a su casa, su hermana mayor, me hizo cariños, me asustaron un poco sus perros, porque se acercaron a olerme.
Al otro día nos fuimos a casa de su mamá, una casa en un pueblo minero, bastante limpio, en la zona del desierto potosino. Ese día que llegamos, Violeta me llevó al monte, es lo primero que hace siempre que vamos, está ansiosa por oler el perfume que desprenden los matorrales.
La vista siempre es maravillosa, el cielo se ve como si estuviera más cerca, ese día mientras caminábamos había unos perros salvajes vigilando un cactus y en la punta un gatito asustado, ya cansado, lastimado y deshidratado. Mi violeta levantó unas piedras, espantó a los perros y se acercó al gatito y lo bajó del cactus, estaba totalmente engarrotado y espinado.
Mi Violeta, estaba conmovida, había humedad en sus ojos, se llevó al gatito, le ofreció agua y comida, lo estuvo limpiando, le puso curitas, yo estaba un poco celoso, pero al ver lo flaco y lastimado que estaba, concedí que ella lo acariciara. Esa noche no dormimos, Violeta se quedó platicando con sus hermanos, al otro día fuimos a dejar al gatito cerca de dónde lo habíamos encontrado, aún estaba asustado, lo seguimos hasta que vimos que se metió a una casa.
En nuestro segundo día de vacaciones, Violeta me dejó totalmente libre yo encontré un buen lugar para tomar el sol, de lo cansado que estaba me quede dormido en la orilla de las cortinas, la bastilla cubría mi cuerpecito por completo, cuando ella regresó del mercado, me estaba buscando como desesperada, estaba muy apesarada de que me hubieran atrapado los perros salvajes, se puso a buscarme por todos lados, fue al monte, estaba casi llorando, se puso muy contenta cuando me vio aparecer entre las cortinas.
En esos días fuera de casa, vi el gran amor que hay en el corazón de Violeta, supe desde entonces que ella siempre me sería fiel, que me va a cuidar y proteger toda la vida. Desde entonces procuro hacerle caso y trato de calmarme cuando me hace hacer cosas tan desagradables como viajar en el maletero, yo que más diera por volver a viajar en su bolsa, en recompensa cuando vamos a su pueblo, me quita la correa y nos vamos a caminar al monte, libres como el viento.
Han pasado los años muy rápido, esa niña termino por convertirme en su alumno, yo la veo de reojo, cuando chatea, poco a poco fui aprendiendo a leer y escribir, siempre me siento a un lado de su computadora, para poder estar dormido mientras tengo un ojo atento a lo que hace en internet. Ella me hace cosquillas bajo la barbilla, me seduce y en tono de burla me dice -“¡Como y me da un sueñoooo, despierto y me da un hambreeeee!”, sin sospechar que su tranquila mascota husmea entre todos sus asuntos privados.
Mi Violeta, prepara sus clases, escribe y cotillea. Escribe una idea, y si no le gusta, se brinca un renglón y la vuelve a redactar, tiene la mala costumbre de no acentuar las palabras, así que regresa el cursor, borra la letra y pone acentos, posteriormente lee en voz alta lo que escribió para ver sí la idea se entiende. Es una verdadera lata, ¡No la soporto! lee lo que escribe primero en voz alta y va bajando el volumen hasta murmurar.
Con el tiempo y de tanto escucharla, terminó por gustarme la política y el análisis de las estrategias de comunicación y hoy como buen alumno me propongo escribir sobre ello, pero cuando no haya algo interesante de qué hablar, publicaré las cartas sexosas que le escriben sus enamorados, podría ponerme celoso de lo que le escriben, pero estoy tranquilo, porque Violeta está esperando a el amor de su vida y no está interesada en tener solo sexo. Para ella el sexo no tiene sentido si no está presente el amor.
El día que vea un prospecto que amenaza con robarme el corazón de mi Violeta, estaré muy pero muy celoso.
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3 comentarios:
Hola querido Maquiavelo, me gusta que hayas encontrado un refugio maravilloso ya que Violeta será tu mejor compañía. Estaré pendiente de tus escritos sobre política....bienvenido a este mundo humano, del mundo de la política donde los intereses, intercambios, negociaciones, etc., es lo que prima.
pobre gatito espinado, y bueno en realidad existe el gato espinado.
Respuesta a Anónimo 1
Sí, la verdad no puedo quejarme de Violeta, me atiende bien, siempre procura lo mejor para mí, es muy dedicada solamente es un poco fastidiosa pero la quiero mucho y le soy más fiel que un perro.
Se ve que usted sí sabe de política, espero no desilusionarle, porque por mi condición de gato domestico, tengo una visión de la política un poco más limitada que un ama de casa.
Reciba un saludo cordial y bienvenido a este espacio de relajación política.
Anónimo 2
La historia del gatito espinado es real y se encontraba parado en uno de los cactus de la foto que puse. Las mascotas somos como los niños, desde cachorros se nos tiene que educar, esos perros salvajes odian a los gatos porque sus amos así los enseñaron y después cuando se volvieron excesivamente violentos fueron abandonados.
Le mando un saludo y bienvenido.
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